jueves, 14 de agosto de 2014

5. COSTO DE VIVIR ÉTICAMENTE

No cabe la menor duda que hay un costo para quien decide vivir éticamente en medio de un mundo en donde proliferan los fraudes, las manipulaciones, robos, espionaje industrial, los chantajes, las “mordidas”, malversación de fondos, los compadrazgos y la competencia desleal, en fin la lista podría sonar interminable. El tema de la ética empresarial cobró gran relevancia en nuestro país en las pasadas elecciones presidenciales donde se vinculó la distribución de tarjetas repartidas por el partido en poder para ser cambiadas en ésta tienda y que como consecuencia numerosas tiendas a lo largo del país fueron bloqueadas por los ciudadanos causando millonarias pérdidas por efecto de estos bloqueos.

Tanto a nivel político como económico, los grandes titulares sobre beneficios indebidos mediante fraudes, sobornos, corrupción, privilegios, competencia desleal, han dado lugar en muchos países europeos a demandar que de algún modo se ponga freno a estos problemas, que han irrumpido con fuerza desde hace algunas décadas. La ética empresarial no tiene porque ser un freno para el beneficio económico de las empresas, sino que ésta le confiere a la organización empresarial la legitimidad social que necesita para poder desarrollar su actividad. Por lo tanto, no merma su eficacia económica sino que la incrementa, ofreciéndole un largo plazo en el mercado.

El gran interés que ha surgido no sólo por el estudio sino también por la enseñanza de la ética empresarial se debe principalmente al malestar de las sociedades ante las malas prácticas empresariales, como hemos mencionado antes sino que también un factor agregado es la creciente sensibilidad de la opinión pública hacia la calidad, entendida ésta en muchas ocasiones en términos morales del comportamiento de las compañías.

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